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La Prostitución en la Grecia Antigua

La prostitución fue, desde la época arcaica, una actividad común en la vida cotidiana de las ciudades griegas más importantes. Particularmente en las zonas portuarias, daba trabajo, de forma legal, a un número significativo de personas, constituyendo una actividad económica de primer nivel. Ejercida tanto por hombres jóvenes como por mujeres de todas las edades, la clientela era mayoritariamente masculina.

Tipos de prostitutas

Las prostitutas griegas pertenecían a distintas categorías, dependiendo de diversos factores relacionados con su trabajo: las pornai, las prostitutas independientes o pailakas y las heteras; además, existía una categoría específica de los templos sagrados, la de las prostitutas sagradas, que se abastecía, habitualmente, de heteras.

Pornai

Las pórnai, palabra que etimológicamente deriva del griego πέρνημι, pérnêmi, «vendida», eran, normalmente, esclavas propiedad de un πορνοβοσκός, pornoboskós o proxeneta, literalmente, el «pastor» de las prostitutas. Este propietario podía ser un ciudadano y también un o una meteco (extranjero), para el que ese negocio constituía una fuente de ingresos como cualquier otra y por el que tenía que pagar un impuesto proporcional a los beneficios que le generaba.
A esta categoría pertenecían las mujeres de los burdeles del Estado ateniense.  fue Solón quien, «preocupado por calmar los ardores de los jóvenes, (...) tomó la iniciativa de abrir casas de paso y de instalar allí a chicas compradas»

Prostitutas independientes

Las prostitutas independientes trabajaban directamente en la calle, mostrándose a los cliente potenciales recurriendo a distintos mecanismos publicitarios: Utilizaban, el maquillaje, aparentemente de forma poco discreta: «pintarrajeadas de blanco de albayalde y untadas las mejillas de zumo de mora».
Estas prostitutas eran de orígenes diversos: mujeres metecas que no encontraban otro empleo en la ciudad de llegada, viudas pobres, antiguas pornai que han logrado independizarse...

Las heteras

Las heteras constituyen la categoría más alta entre las prostitutas. A diferencia de las otras, no se contentan con ofrecer sólo servicios sexuales y sus prestaciones no son puntuales (de manera literal, en griego ἑταίρα, hetaíra significa “compañía”). Comparables en cierta medida a las geishas japonesas, poseen una educación esmerada y son capaces de tomar parte en las conversaciones entre gentes cultivadas. Únicas entre todas las mujeres de Grecia, espartiatas (de Esparta) aparte, son independientes y pueden administrar sus bienes. Aspasia de Mileto y Friné, fueron dos Heteras famosas,  Aspasia fue amante de Pericles. Tuvo una gran influencia en la Atenas de su tiempo. Friné, amante de Praxítiles, le sirvió a este como modelo para sus esculturas de la diosa Afrodita. Esto implicaba la comparación de una mortal con una diosa motivo por el cual fue acusada del delito de impiedad y condenada a muerte. Como último recurso para salvarla, su defensor le pidió que se desnudara antes los jueces. Su hermosura era tanta que fue absuelta por unanimidad.

La prostitución sagrada

La ofrenda a las divinidades en forma de mujeres-prostitutas no alcanzó en Grecia una amplitud comparable a la que existió en el Próximo Oriente antiguo; no obstante, se conocen varios casos. Hubo prostitución sagrada en Sicilia, en Chipre, en el reino del Ponto y en Capadocia; por otro, la hubo también en Corinto, cuyo templo de Afrodita alojaba una importante tropa servil, al menos después de la época clásica. Así, en 464 a. C., un tal Jenofonte, ciudadano de Corinto y vencedor de la carrera a pie y del pentatlón en los Juegos Olímpicos, dedicó a Afrodita, en signo de agradecimiento, cien jóvenes mujeres al templo de la diosa

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